Ayer, escuchaba a alguien decir que todos en esta vida deberíamos estar cara a cara con el cliente al menos durante un año. Eso me hizo reflexionar, ya que yo estuve en contacto con los clientes durante más de 20 años, y es cierto, se aprende mucho.
Si bien es cierto, vengo de México, donde el servicio al cliente es diferente que en España. ¿Por qué? No lo sé, quizás sea la cultura o la necesidad. Aunque en estos tiempos, la necesidad existe en todas partes.
Pero volviendo al punto, al estar en contacto con el público, no solo actúas como psicólogo, sino también como asesor y vendedor. Tienes que conocer al cliente para saber qué ofrecerle, qué realmente necesita.

Te decía que estuve cara a cara con el cliente durante mucho tiempo, y en ese período, aprendí muchas cosas:

 

  1. A ser paciente, muy paciente.
  2. A ser empático.
  3. A sonreír incluso cuando estaba muy cansada.
  4. A calmar los ánimos de una persona enfadada.
  5. Aprendí a escuchar y me ilusioné por aprender.

Aprendí muchísimas cosas más, pero con esto quiero decirte que si todos tuviéramos la oportunidad de enfrentarnos al público, comprenderíamos muchas cosas, cambiaríamos otras y lo más importante, seríamos diferentes. Yo ya no soy aquella chica tímida que se sonrojaba por cualquier cosa o que se enfadaba por todo. En verdad, podría haber sido por la adolescencia, pero no, me costó cambiar hasta los 30 años.

 

Entenderíamos mejor a las personas, algo que hace mucha falta en este mundo. Aquí en España, dado que es un destino turístico, hay muchos camareros, y sí, muchos de ellos pueden no querer trabajar en ese sector, pero lo hacen. Mis respetos para ellos por todo lo que tienen que soportar, desde el horario hasta los clientes que pierden las formas y la educación. Eso no tiene precio. Quizás sea un ejemplo diferente al mío, pero se aprende de todo, y no dudo que también se pueda aprender de eso.

 

En el sector en el que estoy ahora, el comercio electrónico, estamos en contacto con el público, aunque no sea cara a cara, ya que estamos en línea. Sin embargo, no olvidemos que, aunque estemos en línea, debemos tratar al cliente como si estuviera frente a nosotros, porque lo está, aunque esté al otro lado de la pantalla. Los estados de ánimo se sienten, desde la mirada hasta la forma en que alguien escribe un correo electrónico. De hecho, ahora recuerdo que alguien me dijo: «cuando alguien te llama por teléfono, sonríe, porque la persona al otro lado lo sentirá».

Así que ya sabes, si tienes la oportunidad, trabaja cara a cara con el público, aprenderás mucho y te servirá para el resto de tu vida. Ah, y no le temas a la venta. Mucha gente le tiene miedo o huye de los vendedores, es cierto, pero esa es otra historia de la que hablaremos pronto.